Despertamos en casa de Kozue con la sensación de haber dormido mejor que nunca. Por delante nos espera una jornada de ruinas, reliquias y cementerios, en la que apenas recorreremos unos 35 kilómetros, entre idas y venidas.
Después de desayunar copiosamente (y muy al estilo japonés),
Kozue nos acompaña hasta un cementerio cercano a su casa, donde descansan los
restos de un japonés cristiano que murió en 1610, apenas 2 años antes de que
comenzara la cruenta persecución de los cristianos en esta zona de Japón (Lope
de Vega escribirá desde España los martirios acaecidos en Arima, Kuchinotsu y
Arie, pueblos que hoy mismo visitamos). Un hombre mayor de un comercio situado
junto al cementerio se ofrece para guiarnos hasta la tumba, donde se hace una
foto con nosotros… ¡con una cámara de carrete que se saca de la manga!
Nos despedimos de Kozue y su madre, con la esperanza de volver
a verlas y poder devolverles algún día tanto cuanto nos han regalado. Entonces
desandamos el camino que hicimos ayer para ver con más detenimiento el lugar
donde se edificó el seminario jesuita de Arima, destruido hace 400 años, y el
castillo de Hara. Los libros de historia europeos hablan de la rebelión de
Shimabara, cuando en realidad no ocurrió en la actual Shimabara, ni siquiera en
su famoso castillo (reconstruido), sino en el de Hara, junto a Minamishimabara.
En el año 1636 toda la región se rebeló contra el daimio local, y por tanto
contra el sogún. Harto de que su pueblo hubiera de pagar subidas excesivas de
impuestos y corveas de trabajo interminables, un muchacho hundió una azada en
la cabeza de su señor. Sus paisanos lo celebraron como si fuera un libertad, y
se atrincheraron en el castillo de Hara. Las fuerzas sogunales no fueron
capaces de tomar el castillo, así que llamaron a los holandeses que, con sus
cañones, incendiaron y destrozaron el bastión. La mayor parte de la gente de
esta región seguía siendo cristiana pese a la persecución que se había
levantado años atrás, de modo que desde el gobierno japonés se entendió que
esta rebelión pudo haber sido jaleada por los extranjeros cristianos, de modo
que fue la chispa que provocó la decisión de cerrar Japón al mundo exterior
desde 1638 hasta 1868.
Continuamos el día recorriendo varios lugares de la historia
Kirishitan, hasta que llegamos a la
tumba de otro cristiano en Sahara. Lejos de ser un desierto, el lugar es un
paraíso. A apenas un kilómetro hay un sitio para acampar de manera gratuita, a
pie de playa. Al fin disfrutamos de un baño en el Mar de Japón, montamos la
tienda y cenamos contemplando el O-Bon, el festival de los difuntos japonés.
aisssss que envidia sana.ESTO es mejor que escribir la tesis desde casa.Merche
ResponderEliminarjajaja joer es verdad! que felices se les veeeee :)
ResponderEliminaresta página esta muy bien no? la veo mas interesante que otras y con un halo de paz yo que se..
Bueno un saluo para vosotros!