Hoy es nuestro primer día real de descanso. Para celebrarlo,
nos levantamos bien prontito por la mañana, a eso de las 7, aunque nos quedamos
un buen rato más en la cama. Estamos realmente felices por poder quedarnos con
Josh y su familia, que nos van a enseñar Yamaguchi.
Es una ciudad preciosa, encajada en un valle rodeado por
escarpadas montañas. A pesar de ser la capital de la prefectura, no sentimos
que estemos en una ciudad ultramoderna, como otras que hemos atravesado en el
norte del Kyushu. Aún conserva la magia de la tradición, que se refleja en la
arquitectura de las casas unifamiliares y, por supuesto, en los árboles podados
de una manera exquisita.
El plan era pasear con la familia al completo, pero una de
las mellizas se porta mal, y se queda castigada con su madre en casa. Así que
salimos a recorrer Yamaguchi con Josh y la melliza más tranquila (o menos
inquieta) de las dos. Primero vamos a la iglesia de San Francisco Javier,
levantada con un mal gusto de asombroso postmodernismo. Recuperados del susto,
Josh nos lleva al restaurante donde se gestó el complot entre los clanes
japoneses que hicieron posible la Restauración Meiji.
A mediodía vamos a comer a un auténtico restaurante japonés,
de esos a los que sólo podemos ir acompañados porque no entendemos lo que pone
en la carta… ¡y en caso de entenderlo, no sabríamos cómo pedirlo!
Por la tarde, visitamos una de las pagodas más bonitas de
Japón (según nos dice Josh, las guías aseguran que es una de las tres más
hermosas, aunque no aclaran cuáles son las otras dos).
Y seguimos con los complots. Hablamos de la dichosa crisis,
de política, de economía, de buenas y malas costumbres… y de hermandades.
Concretamente, de que la ciudad de Yamaguchi está hermana con Pamplona, la
ciudad de origen de Ainhoa. Cada año hay un “Spanish festival” que, se supone,
recrea el ambiente pamplonica. Lo que en términos japoneses significa paella y
flamenco, básicamente. Josh piensa que hay que cambiar esta situación, que
podría montarse un auténtico festival típicamente pamplonés o, al menos,
mostrar otras facetas de la cultura española. Como él y sus amigos sigan
insistiendo, vamos a tener que ponernos las pilas en aprender japonés.
Se hace tarde y ya es hora de recogerse. Para cenar, Gabriel
cocina una tortilla de patata que complementa unos japoneses espaguetis con
pesto.
un descanso reconfortante por lo que veo,como siempre las fotos son preciosas.Merche
ResponderEliminarNo sólo el descanso, pasar el día con la familia de Yosh fue una gran suerte.
ResponderEliminar