Los detalles de la ruta en: Bikemap |
¡Hoy ha sido nuestro primer día de pedaleo real! Lo siento por los locos de las estadísticas, pero nosotros no somos parte de ese club. No nos interesa saber cosas como la velocidad media, cuántas calorías hemos consumido al día, cuáles han sido los minutos exactos de pedaleo o cuántas veces se cae Ainhoa con la bici al día (curiosamente, siempre lo hace cuando está parada). Sí que pondremos el perfil de la etapa y los kilómetros totales, para hacernos una idea de lo que hemos hecho.
Cuando el ferry ha llegado a Shibushi (este
lugar huele a pienso de gato) se nos ha caído el cielo encima, casi
literalmente. Por fin estaba lloviendo con ganas, se puede decir que incluso
hacía un bendito fresquillo. Salimos del ferry, nos ponemos en marcha, nos
perdemos, nos paramos, se nos rompe una pata de cabra, sigue lloviendo, unos
metros más, nos volvemos a parar, nos mojamos, cambiamos de dirección,
discutimos, nos preguntamos qué hacemos aquí… minutos de reflexión… nos
relajamos y tomamos el camino correcto, estamos realmente nerviosos por la
incertidumbre de no encontrar un cajero abierto un sábado en un lugar pequeño
como Shibushi, y la lluvia en forma de ducha no parece presagiar nada bueno.
Tomamos la vía principal del pueblo, sin
demasiada esperanza, pero… unos pocos kilómetros más adelante ahí está la
oficina postal, ¡con un precioso cajero en su interior esperando por nosotros!
¡Hoy comemos caliente!
Shibushi es precioso, nos cuesta mucho prestar
toda la atención a la carretera cuando hay tanta belleza alrededor. Un
santuario shintoísta en la cima de una montaña escarpada, los típicos
cementerios japoneses junto a la carretera, el verdor de los campos de arroz,
la vegetación exuberante, los tejadillos de las casas, el sonido de las
cigarras…
Y así de tranquilo discurre el día, entre
subidas y bajadas. Cuando nos acercamos a Tarumizu, donde vamos a tomar el
ferry a Kagoshima, nos quedamos embobados observando la humareda que sale del
volcán Sakurajima. Aunque más atontados aún nos quedamos en el ferry, donde nos
echamos un sueñecito de una hora absolutamente reparador.
En Kagoshima nos espera nuestro próximo
anfitrión, que tiene preparado para nuestro disfrute una terraza desde la cual
cenamos mientras contemplamos las luces y cumbres que envuelven la ciudad.
qué tensioooón!!! menos mal que habéis encontrado el cajero
ResponderEliminarJoe, ya te digo, q tensión con lo del cajero, me habéis tenido dos.capítulos mazo de nervioso. Rebolleda
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