sábado, 11 de agosto de 2012

Día 4: Shibushi – Kagoshima


Los detalles de la ruta en: Bikemap

 

¡Hoy ha sido nuestro primer día de pedaleo real! Lo siento por los locos de las estadísticas, pero nosotros no somos parte de ese club. No nos interesa saber cosas como la velocidad media, cuántas calorías hemos consumido al día, cuáles han sido los minutos exactos de pedaleo o cuántas veces se cae Ainhoa con la bici al día (curiosamente, siempre lo hace cuando está parada). Sí que pondremos el perfil de la etapa y los kilómetros totales, para hacernos una idea de lo que hemos hecho.

    Cuando el ferry ha llegado a Shibushi (este lugar huele a pienso de gato) se nos ha caído el cielo encima, casi literalmente. Por fin estaba lloviendo con ganas, se puede decir que incluso hacía un bendito fresquillo. Salimos del ferry, nos ponemos en marcha, nos perdemos, nos paramos, se nos rompe una pata de cabra, sigue lloviendo, unos metros más, nos volvemos a parar, nos mojamos, cambiamos de dirección, discutimos, nos preguntamos qué hacemos aquí… minutos de reflexión… nos relajamos y tomamos el camino correcto, estamos realmente nerviosos por la incertidumbre de no encontrar un cajero abierto un sábado en un lugar pequeño como Shibushi, y la lluvia en forma de ducha no parece presagiar nada bueno.

Tomamos la vía principal del pueblo, sin demasiada esperanza, pero… unos pocos kilómetros más adelante ahí está la oficina postal, ¡con un precioso cajero en su interior esperando por nosotros! ¡Hoy comemos caliente!

Shibushi es precioso, nos cuesta mucho prestar toda la atención a la carretera cuando hay tanta belleza alrededor. Un santuario shintoísta en la cima de una montaña escarpada, los típicos cementerios japoneses junto a la carretera, el verdor de los campos de arroz, la vegetación exuberante, los tejadillos de las casas, el sonido de las cigarras…

Y así de tranquilo discurre el día, entre subidas y bajadas. Cuando nos acercamos a Tarumizu, donde vamos a tomar el ferry a Kagoshima, nos quedamos embobados observando la humareda que sale del volcán Sakurajima. Aunque más atontados aún nos quedamos en el ferry, donde nos echamos un sueñecito de una hora absolutamente reparador.

En Kagoshima nos espera nuestro próximo anfitrión, que tiene preparado para nuestro disfrute una terraza desde la cual cenamos mientras contemplamos las luces y cumbres que envuelven la ciudad.







2 comentarios:

  1. qué tensioooón!!! menos mal que habéis encontrado el cajero

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  2. Joe, ya te digo, q tensión con lo del cajero, me habéis tenido dos.capítulos mazo de nervioso. Rebolleda

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