martes, 8 de mayo de 2012

Marchando una de espiritualidad



     Tenemos un poltergeist en casa. O malas vibraciones, o un mal de ojo. El caso es que la sal ha hablado y ha dicho que estamos sucios de energía negativa. Tal vez eso explique la mala racha de enfermedades, lesiones y rupturas de objetos. De todas formas, y por si acaso, quemar un poco de incienso por las esquinas y de vez en cuando un manojito de salvia, no nos va a hacer ningún daño.

     Curioso fenómeno éste de las creencias y la espiritualidad. Pasa lo mismo que con las hadas, como decían los cuentos infantiles: si crees en ellas, existen. O tal vez sea como, cuando éramos niños, nuestras madres nos decían "¡que te vas a caer!" y al final te caías (optativa en este caso la coletilla de madre "y como te caigas, encima cobras"). Así que, por si las moscas, empezamos a indagar a quién debíamos pedir que nos cuidara en los caminos para que no nos vuelva pasar nada malo, al igual que en una pequeña iglesia de Rabanal del Camino recibimos la "bendición del peregrino". Cuando vas a emprender una aventura, especialmente si es por un lugar cargado de energías ancestrales, no está de más tenerlas de tu parte. Y Japón es uno de esos lugares mágicos.


Dôsojin marital, visto en: www.azumino-e-tabi.net

      La religión japonesa es tan compleja que es difícil denominarla religión sin titubear. Se trata más bien de una espiritualidad pragmática, un conglomerado de creencias foráneas de las que se ha extraído lo que más convenía para mezclarlo con el shinto, la religión local. Así, a día de hoy se aprecian elementos shinto, tao, confucianos, budistas y cristianos incluso en un mismo altar. Cada una de esas corrientes espirituales tiene una esfera de influencia y a veces, simplemente, se solapan. El shinto es una religión de veneración a los ancestros y de respeto a la naturaleza, en un modo muy semejante a la antigua religión de los romanos. Los dioses, o kami (神), no son buenos ni malos, son sencillamente sagrados y tienen  poderes sobrenaturales. Se me viene a la cabeza el espíritu del bosque de la película La princesa Mononoke, puro shinto. El tao es tan difícil de definir que existe una escuela dedicada a encontrarle un significado. Tao, dao o do (道) puede traducirse como "camino", con la idea de que el cielo sigue un camino que debe ser espejo del camino de los hombres. Si éstos no lo siguen, se altera el equilibrio entre polos opuestos (la imagen tipo del tao es el yin y el yang), desatando el caos, las epidemias y los desastres naturales. La ética humanista de Confucio aportó la base de moralidad de que el shinto carece, dotando a la pirámide social y a la política de unos fuertes lazos de unión. El budismo, de una forma similar al cristianismo, se ocupa de la esfera más espiritual y metafísica, de lo que hay más allá de la muerte y de la salvación del alma. Podemos complicar esta breve exposición diciendo que el budismo zen niega la inmortalidad del alma, pero eso es otra historia. Por último, el cristianismo fue un boom durante el siglo XVI y principios del XVII, aunque finalmente fuera castigado con la pena de muerte, y resucitado después de la apertura Meiji. 
Dôsojin budistas, visto en: http://furansuzen.over-blog.com

     A lo que íbamos, en la mayoría de los altares japoneses conviven dos tipos de deidades distintas y complementarias: los kami y los hotoke, los primeros son dioses shinto y los segundos son santos, boddhisatvas y personajes legendarios del budismo. A veces se sincretizan y ya no es posible hacer esta distinción. Los dôsojin (道祖神), deidades de los viajeros, incluyen ambos tipos. Son especialmente populares en la región de Kanto (llanura de Tokyo), pero pueden verse a lo largo de los caminos y sobre todo en las intersecciones. Adoptan muchas formas distintas, que van desde un simple mojón hasta (como ocurría con las deidades de este tipo en la antigua Grecia) piedras modeladas con la forma de genitales masculinos o femeninos. Una de las representaciones más tiernas, es la que representa a los dôsojin como un matrimonio feliz. Dioses protectores de los caminos, lo son también por extensión de los viajeros y de los comerciantes.

Dôsojin en forma de piedra tallada, de Wikipedia
     Uno de los dôsojin más populares tiene su origen en la síntesis de un kami y un hotoke. Por un lado, el dios shinto Sae no Kami, deidad de los caminos y de los recién nacidos, fue asociado con el boddhisatva Jizô, protector de los neonatos, pero también de los niños pequeños que fallecen, y que él les acompaña a cruzar al otro lado. Por los caminos pueden distinguirse estos dôsojin por estar ataviados con ropas de niño, baberos, gorritos y juguetes que los viandantes depositan a sus pies. 

Estatuas Jizô, visto en http://2007enjapon.wordpress.com
     En la forma de dirigirse a todas estas deidades hay una palabra que define el rito: pureza. Como en muchas tradiciones chamánicas y animistas, la mácula es señal de tabú, delito o pecado. Las culpas y las situaciones impuras (un fallecimiento reciente, la menstruación, una enfermedad o un trabajo sucio) deben ser purificadas mediante ritos de limpieza. Uno no puede dirigirse a un kami si no se ha limpiado con agua manos y boca, en un ritual que simboliza también la limpieza interior, del alma si quieres llamarlo así. Se puede avisar a los dioses de tu presencia mediante chasquidos, dando palmas o agitando cascabeles (lo que no implica que necesariamente te vayan a escuchar), y la forma de hacerles llegar tus respetos, oraciones y peticiones también es variada. En ellas, el aire que las eleva juega un papel fundamental. Pueden ser escritas sobre papeles, que a menudo se ven colgados en los santuarios. En kamis asociados a hotokes, suele ser común rezar sosteniendo unas barritas de incienso entre las manos, ayudando el humo a transportar y guiar la palabra.

Nuestros dôsojin particulares de arcilla

     Así que nos pusimos manos a la obra. Lavadas las manos y enjuagada la boca, modelamos sobre arcilla nuestros dôsojin particulares, con la esperanza de que alejen de nosotros los malos espíritus que quieran molestarnos en el viaje de nuestras vidas. ¿O acaso existe otro camino más arduo y bello al mismo tiempo, que la vida misma?








Fuentes:

- http://eos.kokugakuin.ac.jp/modules/xwords/entry.php?entryID=205 (en inglés)
- Wikipedia, cómo no. 
- MICHIKO, Y., Religiones de Japón, Madrid, Akal, 2005.
- FALERO, A., Aproximación al shintoísmo, Amaru Ediciones, 2007.
- GARCÍA, V., La sabiduría oriental: taoísmo, budismo, confucianismo, Madrid, Cincel, 1985.
- HARVEY, P., El Budismo, Madrid, Cambridge University Press, 1998.
- YAO, X.,, El Confucianismo, Madrid, Cambridge University Press, 2001.
- PRECIADO IDOETA, I., Tao Te Ching. Los libros del Tao. Lao Tse, Madrid, Trotta, 2006.


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